miércoles, 9 de julio de 2014

Laguna de La Nava y Tierra de Campos

1ª etapa

Para sobrevivir durante el largo periplo pajarero no podían faltar los prismáticos, el telescopio y la cámara de fotos. El resto de bártulos que llevábamos en las maletas como ropa, mudas o el neceser, no eran más que un complemento secundario para guardar una apariencia algo más civilizada.

Llegamos a la Laguna de La Nava cuando el sol estaba casi en el cénit y los pajarillos buscaban el frescor y la seguridad del sotobosque. Los ruiseñores cantaban ocultos tras las ramas más frondosas mientras los cucos jugaban al escondite entre las copas de los árboles.

- Cucú, cucú, cucú… 

Cuco Común

Tuvimos la fortuna de que uno de ellos se nos puso a güevo.

Cuco Común
Cuco Común
Cuco Común

Pero esa no fue la única sorpresa. El sonido de un insecto que procedía de un carrizal llamó nuestra atención. Mirando atentamente tratando de localizarlo, vimos asomar fugazmente un pajarillo muy parecido a un carricero común. Sin embargo, su canto no tenía nada que ver con el del carricero. Habíamos dado con nuestra primera buscarla unicolor.

Posteriormente, en el centro de interpretación de La Nava montamos el telescopio para tratar de fiscalizar todos y cada uno de los rincones de la laguna. Azulones, aguiluchos laguneros, cigüeñuelas, tarros blancos, fumareles cariblancos, espátulas, etc. Es un verdadero placer observar aves con el teles. No te ven, no las molestas, parece que las puedes tocar y, sin embargo, están lejísimos. Eso sí, el ojo izquierdo termina hecho polvo por mantenerlo torrato guiñau, y el derecho trabaja sólito para observar por el ocular todos los rincones mirando arriba, abajo, a la izquierda, a la derecha y vuelta a empezar…

De cuando en vez hay que descansar, así que me froté bien los ojos para mirar normal, o sea, con ambos a la vez y sin ayuda de teles ni prismáticos.

¡Imposible! Estaba alucinando o viendo un espejismo. Claro, después de haberme frotado los ojos con tanta intensidad, la vista necesitaba cierta aclimatación. Pero no, no. Más bien sí. Sí, sí. Delante de mis narices, a menos de cien metros, un búho campestre campaba a sus anchas. ¿Uno? No. Uno era el que daba la cara y posaba p´a la foto. Los otros dos se ocultaban entre ramas de tamariz.

Búho Campestre
Búho Campestre
Búho Campestre
Búho Campestre
Búho Campestre
Búho Campestre
Búho Campestre

En el siguiente vídeo el búho campestre observa atentamente todo lo que sucede a su alrededor efectuando movimientos acompasados con su cuerpo y girando ágilmente la cabeza.


Por la tarde hicimos la Ruta de las Avutardas por Tierra de Campos. Esta excursión ya la  habíamos hecho en abril cuando vimos avutardas haciendo la rueda en grupos numerosos de hasta 56 individuos. Pero, esta vez, no vimos ni rastro de una.

En Guaza de Campos vimos una pareja de cernícalos primillas que acudía con cebas al tejado de la ermita de Santo Cristo de Acebes y otro par de cernícalos vulgares que campeaban por la misma zona.

Cernícalo Vulgar
Cernícalo Vulgar

No sé si era porque las cámaras de fotos estaban a tope con todas las fotos que habíamos sacado a lo largo del día, que pesaban más de lo normal, o eran nuestras propias perchas las que, agotadas por las innumerables horas de pajareo, sentían el peso de los cacharros que colgaban de ellas. O quizás fuera el peso y el paso de los años… Nos vino de cine pernoctar en Dueñas, donde pudimos recuperar fuerzas, cargar las pilas y, cómo no, recargar las baterías de las cámaras y los móviles para tenerlos listos para el día siguiente, cuya etapa nos llevaría a la Sierra de Gredos.

Días de Intenso Pajareo en junio:
1ª etapa. Laguna de La Nava y Tierra de Campos.
2ª etapa. Recorriendo la Sierra de Gredos.
3ª etapa. Parque Natural de Monfragüe.
4ª etapa. Llanos de Cáceres.
5ª etapa. La Serena.
6ª etapa. Arribes del Duero.