Empezamos la ruta del Valle de la Serena, de unos 70 Km, tomando la carretera EX103 que parte de Castuera. La ruta pasa por zonas de tierras de campos llanos sin cultivar, por lo que esperábamos ver básicamente aves esteparias, pero lo primero que vimos fue una pareja de mochuelos europeos descansando en el tejado de un cobertizo cerca de la carretera.
Mochuelo Europeo
Así que dejamos la furgoneta en la cuneta y nos fuimos acercando al
edificio al tiempo que los mochuelos nos miraban con recelo con sus
grandes ojos amarillos y sus falsos ojos traseros. Y nosotros, clic, clic, clic, no parábamos de fotografiarlos.
Mochuelo Europeo mirándonos con sus "ojos traseros"
Mochuelo Europeo
De pronto desaparecieron de nuestros visores. Se habían alejado para posarse en un montoncito de piedras más allá, pero seguían teniendo curiosidad por saber qué estaría tramando la pareja de mamíferos bípedos que se les iba acercando. Nosotros seguíamos con lo nuestro, clic, clic, clic.
Mochuelo Europeo
Mochuelo Europeo
Mochuelo Europeo
Mochuelo Europeo
A lo largo de todo este tramo de carretera pudimos observar una gran cantidad de aguiluchos cenizos, algún cernícalo primilla y unos pocos milanos negros.
Aguilucho Cenizo ♂
Aguilucho Cenizo ♂
Aguilucho Cenizo ♀
Una vez recorridos unos 25 Km, giramos a la derecha para tomar la carretera que pasa por el extremo sur del Embalse de la Serena, donde vimos un par de charrancitos comunes que peinaban las aguas en busca de alimento.
Charrancito Común
Charrancito Común
Al llegar a un cruce, giramos a la derecha y empezamos a recorrer la Carretera de las golondrinas (BA35) que tiene unos 28 Km de recta. Habíamos recorrido un tercio de la recta cuando vimos en medio de la carretera unas cuantas Canasteras. Una especie de ave limícola que aún no habíamos tenido el gusto de conocer. Cuando bajamos del coche para fotografiarlas echaron a volar. Su vuelo potente y decidido las transportaba rápidamente de un lado para otro, pero no se alejaban demasiado.
Canastera Común
Canastera Común
Canastera Común
Volaban a nuestro alrededor, y no se volvieron a posar hasta que entramos de nuevo en la furgoneta. Desde dentro observamos que tenían sus nidos sobre la tierra pues algunas se acurrucaban y se acomodaban en algún punto del terreno donde posiblemente tendrían sus nidos.
Canastera Común
Canastera Común
Canastera Común
Canastera Común
Tomamos un desvío a la izquierda hacia la finca La Pavorosa. A pesar de su nombre, no daba miedo, no. Albergaba un gran rebaño de inofensivas ovejas. Un paraje árido y seco, donde había alguna que otra pequeña balsa de agua que permitía la supervivencia de las especies. Aunque, la verdad sea dicha, no vimos apenas aves, y menos aun las que esperábamos ver como avutardas, sisones, gangas ibéricas u ortegas. Pero lo que sí vimos y en abundancia fueron saltamontes, un manjar para muchas especies de aves.
Volvíamos un poco apenados por no haber visto aves esteparias e íbamos con la intención de retomar la carretera de las golondrinas, cuando tuvimos la gran suerte de ver un águila real a muy pocos metros, posada sobre una roca. Paramos el coche y bajamos las ventanillas para fotografiarla pero, al percatarse de que la estábamos observando, emprendió el vuelo batiendo sus largas alas al compás del viento, poco a poco, buscando las térmicas que la ayudaron a alcanzar una altura considerable en muy poco tiempo. Fue un espectáculo espectacular, valga la redundancia.
Águila Real
Águila Real
Águila Real
Águila Real
En el siguiente vídeo el águila real se cruza con un par de milanos negros que andaban queriendo echarla de la zona.
Nuestro siguiente punto de observación fue Benquerencia que se encuentra cerca de Castuera. Sus casas, construidas en un promontorio, configuran un pueblito de calles estrechas y empinadas. En la cima, las ruinas de un antiguo castillo dominan el valle de la Serena. Desde esta atalaya, los amantes de la ornitología disfrutan del espectáculo de luz y sonido que miles de grullas ofrecen cada día, a partir del otoño, cuando vuelan hacia los campos en busca de alimento. Este espectáculo dura todo el invierno, hasta que las grullas migran al norte de Europa a sus lugares de cría en primavera.
Subiendo al castillo vimos algún cernícalo que se lanzaba al vuelo desde una de sus oquedades, donde probablemente tendría su nido. En la cima, las ruinas del castillo se entremezclaban con grandes rocas graníticas sobre las que campaban roqueros solitarios y collalbas negras.
Collalba Negra
Collalba Negra
Los cielos del pueblo también eran surcados por golondrinas dáuricas que tuvieron la amabilidad de posarse un ratito sobre un cable para que las fotografiáramos.
Golondrina Dáurica
Golondrina Dáurica
Golondrina Dáurica
De allí cogimos carretera y manta en dirección a los Arribes del Duero.