En un lugar del bosque donde reina el silencio, un mudo batir de alas irrumpe con sigilo. Lejos quedó el tiempo en que su poderosa voz llenaba todos y cada uno de los rincones del robledal. No encontró adversario alguno e hizo del bosque su feudo.
Picamaderos Negro ♂
El Señor del Bosque construyó su morada, y la que sería de sus vástagos, con una noble intención, perpetuar su linaje.
Picamaderos Negro ♂
La llamada de la naturaleza lo impulsó a seducir a su Dulcinea, que sucumbió ante el embrujo que su vigor y energía ejercieron sobre ella.
Picamaderos Negro ♀
Ella fue quién eligió, de entre todos los rincones del bosque, el que se convertiría en su hogar y en el de sus retoños.
Picamaderos Negro ♀
Ya sólo faltaba esperar... y vigilar que nada ni nadie enturbiara su tranquilidad...
Picamaderos Negro ♂
Aún quedaba un largo camino. Había que sacar adelante a la prole. Ambos progenitores recolectaron y acarrearon alimento para sus exigentes vástagos que, incesantemente, reclamaban su atención.
Picamaderos Negro ♂ y sus crías en el interior
Picamaderos Negro ♀
Poco a poco, los retoños fueron creciendo y se vieron impulsados a abandonar el hogar para explorar nuevos horizontes. A uno de ellos, sin embargo, le costó marcharse.
Picamaderos Negro joven ♀
Desde la lejanía, su madre le llamaba y le animaba a que saliera para descubrir el nuevo mundo, pero la criatura se resistía y reclamaba su atención y sus cuidados, tal y como lo había hecho hasta entonces.
Al final, todos se marcharon. Ya no queda nadie, pero el Señor del Bosque sabe que, aunque sus descendientes se fueron, él vendrá para volver a cumplir su misión, perpetuar su especie.